El mito del Estado mínimo neoliberal
Sobre el texto
Puede ser una respuesta contundente a los dos bloques “libertarios” a izquierda y derecha del mutualismo: los anarcocapitalistas parlamentarios, que recuerdan con admiración a Margaret Thatcher y Reagan; y los anarcocomunistas, que achacan falazmente las nefastas consecuencias de las experiencias neoliberales, como la de Pinochet, al libre mercado genuino.
El artículo plantea que es totalmente inútil reducir el papel directo del Estado en la economía (a través de, por ejemplo, industrias estatales) si después va a intervenir masivamente para proteger a las industrias privatizadas de la competencia. El libre mercado no se «impone»; de hecho, consiste en «desimponer». Sin más, que lo disfruten (la versión original puede encontrase aquí).
Por Kevin A. Carson
El mito del Estado mínimo neoliberal
Recientemente tropecé con un artículo fascinante.
Ya he discutido, en una subsección del Capítulo 8 de Estudios en Economía Política Mutualista, que simplemente no hay ningún camino por el que el recorte de gastos neoliberal pueda reducir los gastos totales del gobierno y la intervención a los niveles anteriores al New Deal. La razón es que, aún en períodos caracterizados por una crisis de subacumulación, la tendencia fundamental subyacente del capitalismo estatal es todavía hacia la sobreacumulación y el subconsumo.
El neoliberalismo de Reagan y Thatcher, a pesar de toda su retórica “anti-gobierno grande”, en la práctica hubo de mantener los niveles masivos de gastos de gobierno para comprar en grandes cantidades el producto excedente de la economía corporativa y utilizar la capacidad de exceso.
Y aunque hubo movimientos importantes en la dirección de la intervención del gobierno bajo el neoliberalismo, es cuestionable si el nivel neto de actividad del gobierno bajo el reaganismo-thatcherismo es inferior en términos absolutos. Los tipos de intervención de gobierno y sus gastos han cambiado algo; pero en general, el capitalismo corporativo confía en gran medida en la intervención estatal para su propia supervivencia. Tiendo a sospechar que el nivel total de intervención estatal en la economía es en realidad más alto bajo el neoliberalismo, con mucha diferencia, de lo que lo fue bajo el liberalismo corporativo de mediados del siglo XX.
Entonces, puede imaginarse como de complacido debía estar yo al encontrar corroboradas mis sospechas por el asombroso artículo antedicho: Nicholas Hildyard. «El Mito del Estado Mínimo: Ambigüedades de Libre mercado» Corner House Friefing 05 (marzo de 1998).
La retórica política alrededor del neoliberalismo, advierte Hildyard emplea términos fuertes como la “política de no intervención» » y el “libre mercado”. La revolución neoliberal, en apariencia, apunta a un “estado mínimo”.
Aún el resultado práctico de esta política, en la mayoría de los casos, no ha disminuido el poder institucional del estado o sus gastos. Más bien los ha redirigido. Esto también ha reforzado el poder de muchas naciones del Norte para intervenir en los asuntos económicos de otros países, principalmente los países endeudados del Sur, las economías emergentes de la ex-Unión Soviética, y los compañeros más débilmente industrializados de bloques comerciales como la Unión europea.
Por ejemplo:
Lejos de abolir la burocracia estatal, las políticas de libre mercado [sic], en cambio, la han reorganizado. Mientras la privatización de industrias y activos estatales seguramente ha reducido la participación directa del estado en la producción y la distribución de muchos bienes y servicios, el proceso ha sido acompañado de nuevas regulaciones estatales, subvenciones e instituciones que apuntan a la introducción y el afianzamiento de un “ambiente favorable” para las industrias recién privatizadas.
El estado en realidad ha jugado un papel central en la realización de las políticas de libre mercado [sic] y, además, tiene una continuada participación “íntima y ubicua” en la regulación de los minuciosos detalles de la economía de mercado – una consecuencia directa de la relaciones de “mango en guante” que han promovido los gobiernos de libre mercado [sic] entre las “ajustadas” instituciones estatales y los intereses de mercado….
En general los niveles de gasto del gobierno, de hecho, han seguido elevándose bajo el neoliberalismo. Con más exactitud puede llamarse “nueva regulación” a la “desregulación”: un cambio de las actividades del Estado regulador en una dirección más amistosa con las corporaciones. La “privatización” de las actividades del gobierno, como ha puesto sobre la mesa Hildyard, deja una parte mayor de funciones bajo la dirección nominalmente privada, pero operando dentro de una red de protecciones, ventajas y subvenciones en gran parte definidas por el Estado. Los recortes en servicios sociales han sido más que compensado por otras formas de gasto que subvencionan los costes de las operaciones de las empresas corporativas. Las subvenciones para desarrollos multilaterales de bancos son especialmente necesarias para atraer muchas inversiones de provechoso capital extranjero, y están en aumento. Los acuerdos comerciales neoliberales incluyen un marco legal (p. ejemplo los supuestos derechos [sic] de “propiedad intelectual”) diseñados principalmente para proteger a los grandes capitales contra el mercado. Muchos de estos acuerdos requieren la creación de cuerpos internacionales, gobiernos supranacionales de facto, para invalidar la política de los estados signatarios.
En general, la versión neoliberal del “libre mercado” se parece a una de esas anticuadas máquinas que juegan al ajedrez que solían estar en comarcas distinguidas. Es una operación aparentemente automática, pero observándolo de forma más detallada, vemos que fue realizada por un enano que tiraba en el interior afanosamente sobre unas palancas. En el caso del “libre mercado” neoliberal, en el que el Estado tira de las palancas.
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3 Responses to El mito del Estado mínimo neoliberal
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Por cierto, no corteis este post con lo de «leer más». 😛
Es obvio que aquí se confunde el «Estado mínimo» con el nivel de gastos. Un Estado que gasta mucho no es que sea grande, así como el hecho de que Bill Gates tenga una cuenta muy abultada no significa que su cabeza llegue hasta la Luna. Es un error muy infantil.
Luis Alberto Farías, el punto es que mientras los partidarios de las «reaganomics» y «thatchernomics» hablan de esa época como de no intervencionismo, la realidad es que ambos se caracterizaron por haber incluso más intervencionismo (el ejemplo lo tienes en los programas de armamento, tipo la célebre Guerra de las Galaxias de Reagan, que pudieron servir como fuente de subsidios indirecta a ciertas industrias). Es decir, que usaban la retórica del libre mercado y del Estado mínimo (poco intervencionista) de boquilla más que nada y con fines propagandísticos, la realidad es que el peso del Estado en la economía y su intervención no bajaron.
Crony capitalism total lo de Thatcher y Reagan.