Una reflexión sobre las ideas situacionistas

Sep 29 • Mutualismo • 15793 Views • 9 comentarios en Una reflexión sobre las ideas situacionistas

Guy Debord

Las ideas situacionistas surgieron en Internacional Situacionista, un grupo de artistas e intelectuales que estuvo activo entre 1957 y 1972 en varios países europeos, principalmente en Francia. La Sociedad del Espectáculo de Guy Debord, de 1967, es lo más parecido que existe a un manifiesto suyo. Tuvieron una influencia importante en los eventos de Mayo de 1968, y, más en general, en casi toda la Izquierda posterior. Ellos fueron los pioneros en el giro que dio la Izquierda al empezar a criticar el consumismo. [1]

La influencia de los situacionistas en el anarquismo en particular sigue siendo considerable, y se sigue percibiendo en muchos medios anarquistas, y en muchos pensadores, desde Hakim Bey hasta Miquel Amorós.

Los situacionistas están en una posición muy parecida a la del anarcocapitalismo. El anarcocapitalismo proviene principalmente del liberalismo, no del anarquismo, pero independientemente ha llegado a conclusiones muy similares a las de algunas escuelas del anarquismo. Análogamente, los antecedentes de las ideas situacionistas están en el marxismo y en el comunismo de consejos, no en el anarquismo, pero ha llegado por otros cauces a conclusiones muy similares a las de algunas escuelas del anarquismo. Por eso es irónico que en la mayor parte de los círculos anarquistas los anarcocapitalistas sean rechazados y los situacionistas sean, por lo menos, tolerados sin mayor discusión.

Una crítica evidente desde el mutualismo es que un sistema comunista asambleario como el que los situacionistas sugieren tendrá muchos de los problemas de cálculo y eficiencia típicos de este tipo de sistemas. [2]

Una sociedad sin estado, por supuesto, carece de ideología oficial, de adoctrinamiento, de propaganda, por lo menos provenientes del estado. La completa libertad para crear nuevos medios de comunicación, al margen de regulaciones, licencias e impuestos, inmuniza a un libre mercado radical de cualquier ideología dominante. Esto es aún más cierto en la topología distribuida de las nuevas redes de información, en las cuales no existe ninguna economía de escala mayor que el propio individuo que produce y consume información.

El consumismo seguirá existiendo en anarquía, porque nadie estará en posición de prohibir a otros consumir desaforadamente o entusiasmarse con los anuncios de Coca Cola o de McDonalds, ni de imponerles una moral ascética o de otro tipo. Por otro lado, en ausencia de propiedad intelectual, las impresas serán incapaces de vender espectáculos en lugar de productos. A día de hoy, Nike vende a 200$ zapatillas cuya producción cuesta 2$. La diferencia que se paga es puro espectáculo. [3] Sin el privilegio de la propiedad intelectual, cualquier imagen de marca será copiada hasta que pierda todo significado y su creador original sea incapaz de sacar mayor beneficio de ella. Por supuesto, la imagen seguirá allí para quien quiera hacer de ella su fetiche, pero esa es una cuestión personal.

¿Necesitan los mutualistas una crítica del consumismo? Más bien, una crítica del gasto excesivo, la ineficiencia y la obsolescencia. No hay que perder de vista que buena parte de la producción excesiva del capitalismo contemporáneo se desvía no sólo al consumo excesivo, sino también al gasto excesivo. Entre otras, en forma de estructuras de capital ineficientes y excesivamente grandes, subsidiadas por el estado – por ejemplo, el suministro de electricidad, agua y gas, las centrales nucleares y la fabricación de automóviles, barcos y aviones, tal y como estas industrias son actualmente. También en forma de empresas que hacen uso excesivo del transporte de larga distancia – consecuencia directa del transporte estatal o subsidiado – y de los productos con obsolescencia programada, que no pueden ser reparados y que hay que tirar antes de que acabe su vida útil – consecuencia del monopolio sobre las piezas que la propiedad intelectual concede a las empresas.

Todas ellas son formas coercitivas de gasto que desde luego hay que criticar. Pero no como opinan los situacionistas y otros izquierdistas, porque empobrezcan la vida – ésa es una opinión subjetiva con la que no tiene por qué estar de acuerdo el consumista – sino por algo mucho más grave, porque tienen consecuencias ecológicas negativas y a veces bastante destructivas. [4]

Para finalizar, esta crítica no la hago porque crea que los mutualistas deban ser situacionistas, ni los situacionistas mutualistas. La hago porque creo que es esencial mantener un diálogo entre las distintas corrientes del anarquismo, el cual sólo es posible si conocemos mutuamente nuestras ideas. Por eso creo que es importante que conozcamos las ideas situacionistas y que sepamos en qué coincidimos y en qué diferimos.

 

***

[1] David de Ugarte reflexiona sobre ello en el segundo punto de su artículo 4 ideas medievales que pasan por modernas y que pueden hundirte en la crisis.

[2] Ver, por ejemplo, http://www.mutualismo.org/2008/07/una-explicacion-sencilla-de-por-que-no-funciona-el-comunismo-libertario/.

[3] Ejemplo tomado del artículo de Kevin Carson ¿Quién se apropia del beneficio? El libre mercado como comunismo integral, traducido por Alan Furth.

[4] Ver, por ejemplo, http://www.mutualismo.org/2008/09/apuntes-de-ecologia-anarquista/ y http://www.mutualismo.org/2008/06/la-propiedad-de-la-tierra-iii-viabilidad-ecologica/.

 

Más información sobre los situacionistas:

Archivo Situacionista Hispano, que contiene prácticamente todos los textos situacionistas históricos traducidos al castellano.

Situationists – an introduction (libcom.org), una introducción por parte de los anarcocomunistas de libcom.org.

How to talk like a Situationist (libcom.org), otra introducción, pero con humor.

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9 Responses to Una reflexión sobre las ideas situacionistas

  1. Alan Furth dice:

    El tema del consumismo es sumamente interesante, y todo lo que pueda contribuír a su análisis enriquece la conversación. Además de la topología distribuida de las redes de información que mencionas, creo que en una sociedad sin estado la gente necesitaría trabajar menos horas para mantener un nivel mínimamente cómodo de subsistencia (vía reducción de precios por eliminación de escaseces artificiales) y tendería a tener una vida comunitaria más rica debido a estructuras de producción más localizadas. Eso creo que influiría por el lado de la demanda en la disminución del consumismo adictivo, si se acepta la premisa de que la prevalencia de las conductas adictivas modernas se deben en gran parte a la sensación de aislamiento y excesivas horas de trabajo alienante causadas por la estructura sumamente centralizada de la producción.

  2. Victor L. dice:

    Muy buen post, Alberto.

  3. Pedro dice:

    Muy interesante lo del situacionismo 😉

  4. Luis Mella dice:

    Excelente artículo Alberto, este mismo tiene el toque que Kevin Carson ha desarrollado -aunque no en ese enfoque sino en el enfoque organizacional de la eficiencia y las economías de escala- de las grandes corporaciones vs empresas descentralizadas en los primeros capítulos del libro Organization Theory de Carson. Se puede llegar a esa misma conclusión desde ese análisis de Carson pienso yo.

  5. Francisco dice:

    Perdonadme el off topic: ¿podría dar el mutualismo una buena respuesta a esto?

    http://politikon.es/2012/10/02/por-que-los-trabajadores-contratan-los-capitalistas/

  6. Saludos!

    No sé si habrán leído Cultura y simulacro de Jean Baudrillard (que aunque el discurso de este autor suene medio charlatán, vale la pena leerlo), pero aquí va mi comentario.

    En este libro se presentan los conceptos «simulacro», «simulación» e «hiperrealidad» como caracterízticos de las sociedades postmodernas. Me resulta que esto es claramente un desarrollo de los concepto de «espectáculo» y «sociedad mediatizada por imágenes» y del consumismo presentados Debord. Así en la sociedad postmo, consumimos «simulacros» (imitaciones de lo «real»/»natural», por eso de definir en pocas palabras) y participamos de una serie de relaciones «simuladas» sin esperar más, sin un núcleo interior real, puras apariencias. Parafraseando yo, se trata no sólo — ni tanto — de las interacciones virtuales (por la web, etc.) sino de la participación de ciertos «eventos sin contenido»: elecciones que presentan candidatos que se diferencian en muy poco y cuyos gobiernos no se diferencian casi en nada, organizaciones «sin fines de lucro» que gastan más en su administración y propaganda que en los fines que persiguen, uniones cuyo liderato es una extensión de la patronal, guerras cuyo fin principal bien pudiera ser el consumo de armamento (sobre)acumulado, etc. En este asunto de las guerras fijémonos como el enemigo no suelen ser ya los franceses o los chinos o los iraníes, sino que el «enemigo» lo son las drogas, el terrorismo, etc.

    Dentro de esta lógica, bastante nihilista según acepta el mismo autor, lo real se torna en una «hiperrealidad», una serie de interacciones cuyo contenido último es sólo su apariencia, lo que simulan. Esto sería inflar el concepto de consumismo no sólo a los intercambios económicos sino también al consumo de «objetos culturales» sin otro contenido que su apariencia.

    Aquí he mezclado mi interpretación del texto antes mencionado con lo que allí se presenta. Con respecto a Debord, en esto me parece que ha sido útil su análisis, alimentar renovadas observaciones de la «realidad social». Sus observaciones reflejan esa angustia por la «clausura de la modernidad» reflejada en cierto intelectuales de su época. Los proyectos marxista y liberales (en sus versiones progresivas y (neo)clásicas) dejan un mundo con mayores peligros que soluciones y los modelos imaginados en el siglo 19 no corresponden a la realidad histórica observable. Aún así, los modelos parecen haber «triunfado» sobre la realidad en amplios sectores de la sociedad. Un ejemplo, qué difícil explicar a muchos (marxistas, anarcos o capitalistas) que no hay tal cosa como libre mercado en la actualidad y que no hay registro de que haya exisitido en ninguna época dorada en el pasado, ¿verdad?

    Para finalizar, quisiera reseñar que entre «espectáculo» y «simulación» hay una diferencia clara. El espectáculo tiene actores por un lado y un público por otro lado. En la simulación pudiera haber sólo actores o una síntesis actores/público. En un mundo espectacular hay clases y una posible lucha de clases vedada. En un mundo simulado hay una simulación de mundo una Matrix sin ninguna dirección; sin conspiración. Esta última imagen me resulta — tristemente — una representación más adecuada de la «realidad social» actual para Puerto Rico (donde vivo) como para las culturas y sociedades urbanas del resto del mundo.

  7. @ Luis Mella:

    Estoy de acuerdo. Las ideas situacionistas tienen una cierta analogía con las de Carson, si bien éste es mucho más concreto (exponiendo ejemplos reales) y menos filosófico.

    En Carson el equivalente al espectáculo sería el valor inmaterial añadido a los productos, que existe para poder vender el exceso de producción debida a la intervención estatal, que subsidia las estructuras de capital a gran escala.

    También se parece muchísimo a No Logo de Naomi Klein, que habla sobre todo de las estrategias empresariales de los años 90. En cierto modo Debord entendió bien las tendencias de su época.

    @ LaBorradura:

    No he leído a Baudrillard, ¡muchas gracias por la información! La verdad es que estas derivaciones filosóficas y sociológicas me interesan más que las derivaciones políticas del concepto de espectáculo.

    Ello sin perjuicio de que sirva para una buena crítica del Estado, según la cual todos sus rituales de legitimación, las elecciones, las cortes constituyentes, los desfiles militares (pronto será el 12 de octubre), etc, son espectáculos, y en el peor de los casos, simulacros.

    Me gustaría destacar lo que dices del libre mercado. Creo que es un concepto del que no hay que abusar, mejor usarlo con cuidado para evitar que se convierta en un fetiche sin significado, ya que, como dices, nunca ha existido como tal. Especialmente para los que pensamos que no ha habido ninguna «época dorada» del capitalismo que reivindicar.

  8. Realmente luego de recomendarles a mis compañeros de mutualismo.org la lectura de Debord y la sociedad del espectáculo.

    Debo recomendarles una reflexión intensa y profunda sobre su concepción de libertad y el tema del poder. Todo está de cierto modo conectado. Mi error en primera instancia, fue pretender que invocar a la lectura de tal o cual texto, iba a reflejar mis propias conclusiones e interpretaciones del mismo.

    De la sociedad del espectáculo saco algunas conclusiones. Olvidemos por el momento a Debord y su secta de sectarios. Démosle muerte al autor y a los situacionistas.

    Pero tengo que decir que ese texto me lleva a concebir el problema de la separación. El problema de la separación entre la política y la economía. El cómo una empresa, lugar donde se afecta la sociedad y el ambiente, no es (dentro de esta sociedad estatal y capitalista) un espacio oficial de decisión política. Y como la política se ha vuelto un momento separado de la vida cotidiana. Por ejemplo; ir a las elecciones cada cuatro años o los políticos representantes administrando diversas situaciones que no viven directamente.

    Como las ciudades son desarrolladas por la “mano invisible del mercado” en contraposición a los intereses de los sujetos que no fueron ni serán considerados, más que en su calidad de “ciudadanos” y consumidores.

    En como la urbe está entonces habitada por una muchedumbre solitaria. Que consume mercancías, no tan solo por su valor de uso, sino por su imagen. Por su prestigio social que impregnan a sus consumidores.

    Pero vamos el problema no es la mercancía, porque esta ya fue producida. El problema son las condiciones de explotación y alienación en las que estas mercancías son producidas. En los problemas de que un mismo producto/mercancías sea producido por diversas marcas y se quiera decir que estas compiten . Y se quiera decir que esto es una especie de libertad para nada problematica.

    Yo me pongo a pensar en todas estas cosas. En como un movimiento tan hijo de la posmodernidad como el neomutualismo. Que quiere revindicar un lenguaje que aparentemente fue apropiado por los hombres de estado. No se ha puesto a pensar de que su discurso de libre mercado no concuerda con la realidad material objetiva de nuestros días. No concuerda con el desarrollo de las fuerzas productivas desde la invención de la gran industria.

    ¿Qué libre mercado y libre competencia puede existir dentro de un espacio determinado en donde maquinas determinadas y concretas producen masivamente mercancías?

    Tienen por tanto un grave problema teórico que solucionar. Ahora eso si por lo menos puedo decir que gracias a ustedes he llegado a la conclusión de que vender y comprar no son pecados capitales porque Dios no existe. Ahora esto no es indicio para negar que del acto tan libre de vender y comprar se desatan complejos problemas sociales que no podemos silenciar.

    Por el lado de su crítica a lo que es la asamblea consejista me tomare mi tiempo . Dado a que no veo como justo refutar lo que considero como parte de su insuficiencia teórica sobre el poder y sobre su defensa obsesiva de la concepción idealista de libertad. Sin cuestionar también lo que es el gestionismo obrero y sus deficiencias teóricas que también los incluiría en gran medida.

    Por ultimo, criticar al marxismo economicista y vulgar los ha vuelto en cierta medida economicistas e igualmente insuficientes..

  9. Hola Rakim, te contesto rápido algunas cosas (perdona la tardanza).

    Primero, reconozco que mis dos artículos no captan toda la profundidad de las ideas del libro ni de las de los situacionistas en general.

    Ahora esto no es indicio para negar que del acto tan libre de vender y comprar se desatan complejos problemas sociales que no podemos silenciar.

    Yo veo que los estados promueven la estructura jerárquica y centralizada característica de la economía contemporánea. Por tanto pienso, como dice Alan Furth más arriba, que una sociedad con menos Estado tendría una economía más localizada y descentralizada, lo que puede implicar más vida comunitaria, por ejemplo en torno a cooperativas. Esto también va en la línea de las opiniones de David de Ugarte sobre las filés como comunidades reales.

    Aparte de esto, veo un problema importante en tu crítica y en críticas similares. Resulta que lo que tu consideras un problema no es considerado como tal por muchas otras personas.

    Por ejemplo, donde hablas de una urbe habitada por una «muchedumbre solitaria», otros ven libertad. En efecto, las ciudades modernas, donde nadie se conoce, nadie está expuesto a la presión social a la que lo está quien vive por ejemplo en una población rural pequeña donde todos se conocen y todos tienen un rol. Ve por ejemplo este artículo de Pedro Ugarte [no confundir con David de Ugarte].

    Con esto no pretendo ponerme del lado de Pedro Ugarte ni criticar posiciones más ruralistas o las tuyas (que no me parece que sean ruralistas). Lo que quiero decir es que hay distintas opiniones sobre lo bueno o lo malo de ciertos aspectos de la sociedad actual, como podrían ser la masificación y el consumo, y que el respeto a la libertad exige que dejemos a cada individuo decidir por sí mismo antes que tratar que se imponga uno u otro sistema.

    Esto es lo que me lleva a simpatizar con la idea de la Panarquía. Esto es, la convivencia, dentro de los posible, de distintos sistemas de organización social dentro del marco de una sociedad sin coerción institucionalizada.

    Así, podrían existir por un lado urbes masificadas y mercantiles, por así decirlo, para los más liberales. Y urbes más pequeñas basadas en otros principios. Siempre estando atentos para que ningún sistema se imponga forzosamente sobre los demás.

    Eso es lo que a mí se me viene a la cabeza.

    Respecto a la crítica a la organización asamblearia, es sobre todo un argumento hayekiano contra la planificación económica. Víctor lo explica también en:
    http://www.mutualismo.org/2009/02/anarcosindicalismo-vs-mutualismo/

    ¡Un saludo!

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