Las subvenciones a los grandes y a los pequeños
Es habitual que, frente a las denuncias de quienes se oponen al vínculo del Estado con las corporaciones, sus partidarios mencionen las también abultadas subvenciones a las pequeñas empresas. En efecto, si empresas de todos los tamaños y estructuras reciben subvenciones, no existe tal “capitalismo corporativo” ni es probable que, en ausencia del Estado, predominase una economía más local y a pequeña escala.
En primer lugar cabe aclarar que los mutualistas no defienden las pequeñas empresas per se; tan solo afirman que, en un libre mercado radical, la producción sería conducida por organizaciones de jerarquía y tamaño más reducido. No idealizan al pequeño empresario ni al trabajador autoempleado.
Respecto a las subvenciones a las pequeñas empresas, lo que debe preguntarse el estudioso no es a quién van dirigidas (sea a pequeñas, medianas o grandes empresas) sino qué estructura y tamaño de la organización fomentan. Si las subvenciones a corporaciones como Zara o General Motors estuviesen diseñadas para incentivar la producción para mercados locales, con redes de distribución cortas y jerarquías reducidas (p. ej. mediante requisitos previos al desembolso), es evidente que tales subvenciones, a pesar de dirigirse a grandes empresas, incentivarían un modo de producción exactamente opuesto.
Del mismo modo, si las subvenciones se dirigen a pequeñas empresas pero tienen por objeto intensificar el uso del capital, ampliar las redes de distribución y las jerarquías, es indiferente quiénes sean los beneficiarios; lo cierto es que la medida desviará el modo de producir hacia formas propias de las grandes empresas capitalistas.
Y esto último es lo que sucede en la actualidad: el Estado, en un torpe intento de crear una economía bien nutrida de pequeñas y medianas empresas, intenta crearlas a imagen y semejanza de los dinosaurios corporativos. Se trata de injertar sus procedimientos en un entorno completamente distinto a donde surgieron. Como consecuencia, las empresas subvencionadas fracasan o alcanzan un tamaño artificialmente grande.
Este es precisamente el objetivo de los institutos industriales que crecen por toda la geografía nacional, así como de las subvenciones a la exportación y a la Investigación y Desarrollo (I+D) –aunque por supuesto, las pymes no son las únicas ni las mayores beneficiarias de todo este derroche de medios estatal. Por ejemplo, en la Comunidad Valenciana el AITEX desarrolla gratuitamente productos con aplicación al sector textil; los empresarios no tienen más que comprar la patente para explotar sus descubrimientos. Gracias a estas instituciones públicas y semipúblicas, las poderosas empresas de ámbito local –que en ocasiones cuentan con multitud de empleados, y redes de distribución mucho más amplias de lo que sugiere el término “pyme”- externalizan en el contribuyente el coste de las pruebas e investigaciones de nuevos productos. Además, el AITEX también proporciona asesoramiento en administración y de diversa clase.
Tales ejemplos no refutan la tesis mutualista; al contrario, demuestran que sin toda esa infraestructura estatal de subvenciones, independientemente de quién sea su inmediato beneficiario, las organizaciones tenderían a ser de ámbito más local y menos jerárquicas. Las subvenciones a la exportación, ampliando las redes de distribución; las subvenciones al I+D y los Institutos, fomentando los métodos jerárquicos e intensivos en conocimientos técnicos; y las patentes gratuitas, otorgando un monopolio sin virtualmente ningún coste [1], operan en el sentido contrario.
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[1]: Por otro lado, las patentes inhiben la tendencia hacia organizaciones más horizontales en la medida en que desechan su principal virtud: el conocimiento preciso sobre el proceso de producción.
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7 Responses to Las subvenciones a los grandes y a los pequeños
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No son los partidarios de las subvenciones a las empresas sofisticadas los que critican ese sesgo hacia la exaltación de la empresa rudimentaria que hacen algunos «izquierdistas», son los que critican todas las subvenciones e intervencionismo dle Estado en todo el aparato económico, y que no creen en los mitos del «buen salvaje» cooperativista o minorista… como si estos no quisieran ser grandes y acaudalados, o ignorando que existe algo llamado populismo que se trata justamente de mantener contento al electorado con medidas conservadoras (como el proteccionismo, fundamentado en el miedo al cambio que produce la libertad cuando es dejada ‘libre’)…
Lo que se necesita es una teoría económica consistente basada en la propiedad privada como el mecanismo jurídico que protege materialmente la libertad, y entender su alcance, caiga a quien caiga.
Por lo demás en lo que expones no le veo mayor diferencia al corpus teórico anarcocapitalista o en general al anarquismo neo-lockeano y de teoría marginalista (austriaco y/o neoclásico). Es bueno que se entienda esta dimensión del anarquismo de mercado… pero son aspecto formulados y que se hayan ya implícitos en la teoría anarcoindividualista de mercado y ancap. Pareciera que sólo lo reciclas y le pones otra etiqueta, porque novedad propiamente dicha no veo.
Eso podríamos decir nosotros, con mucha mayor verdad, del anarcocapitalismo, ya que la conjunción de anarquismo, propiedad privada y mercado es algo intrínseco al mutualismo desde sus comienzos.
Pero en fin, no sé a qué viene traer aquí a los anarcocapitalistas cuando estoy hablando de las repercusiones de las subvenciones sobre las organizaciones…No sois el centro del mundo.
hmm… Interesante artículo. Así que las subvenciones a las pymes, más que favorecer la economía local, convierten a las pequeñas empresas en caciques, versiones en miniatura de sus hermanas mayores corporativas.
Y, dime, Victor, ¿qué clase de subvención a las pymes podría hacer lo contrario, es decir, favorecer el mercado local?
Supongo que contestarás: ninguna…
Pregunta típica para un mutualista: ¿Qué garantía tenemos de que, en un mercado libre en ausencia de subvenciones de cualquier tipo, las grandes corporaciones y monopolios no acabarían imponiéndose a las «organizaciones de jerarquía y tamaño más reducido»? En otras palabras, ¿qué pruebas empíricas tenemos de que las grandes corporaciones existen sólo por las subvenciones y la complicidad del estado?
Kunster: no entiendo ademas del estado y las subvenciones, ¿que otra cosa puede ser origen de las corporaciones? yo tengo algunas ideas pero me gustaria saber tus ideas…
saludos cordiales
@ Kunster:
Cuando lo que está subvencionado son las redes de distribución de largo alcance -mediante las infraestructuras públicas- y las jerarquías -mediante la limitación de la competencia-, la cuestión no está en subvencionar las organizaciones opuestas sino en suprimir toda subvención. En principio, la competencia en igualdad de condiciones debería servir para inclinar la balanza.
No existen pruebas empíricas por el motivo de que jamás se ha experimentado un libre mercado radical, pero sí podemos intuirlo a partir de algunos indicios que ya se dan en la actualidad.
Desde las tímidas liberalizaciones de los 80 y 90 y la «revolución de la información» las organizaciones se han vuelto más flexibles y el papel de las pymes ha aumentado (esto último tendría que comprobarlo, creo que se lo leí a Manuel Castells), así que, a fortiori, en un mercado todavía más libre, las organizaciones serían más flexibles y de menor escala. Eso sin tener en cuenta que elementos esenciales del capitalismo corporativo como las subvenciones al transporte no han sido reducidos con ninguna «liberalización».
Últimamente he posteado varias cosas sobre organizaciones descentralizadas y tal, aunque nunca tanto como me gustaría. 🙂
Un saludo.