Libre comercio vs Acuerdos de libre comercio
Extraido de Açao Humana
Originalmente publicado en el Mises Institute Brasil;
“Nada hay más importante hoy día que mostrar a la opinión pública las diferencias esenciales entre el genuino liberalismo, que aboga por una economía de libre mercado, y los varios partidos intervencionistas que están defendiendo la interferencia del gobierno”. Libertad Económica e Intervencionismo, Ludwig von Mises.
El Mises Institute defiende consistentemente el libre comercio – el verdadero -, mientras que siempre criticó los «acuerdos de libre comercio», por considerarlos una forma de mercantilismo disfrazado. Esta posición es marginal, excepto por el hecho de que, analizando la historia, vemos que los austríacos siempre se posicionaron contra los acuerdos de comercio, llegando incluso a combatirlos como una forma de planificación keynesiana. Por lo tanto, hay en el Instituto una tradición que debería llevar los austríacos modernos a oponerse a ciertos esfuerzos, como el North American Free Trade Agreement (NAFTA) y todos los otros acuerdos que se siguieron.
Dicto eso, es genial que el profesor Manuel Ayau, en un libro que, por el momento, sólo se encuentra disponible a través de la Universidad Francisco Marroquin – aquí -, también escriba contra esos acuerdos de comercio. En su libro, suministra una excepcional explicación sobre la división del trabajo. El título es Not la Cero-Sum Game (Un Juego que No Suma Cero). He ahí lo que él dice:
El libre comercio no requiere tratados. Todo lo que este necesita es que se retiren (unilateral o multilateralmente) todas las barreras artificiales al comercio: Inglaterra hizo eso a mediados del siglo XIX, Hong Kong lo hizo a mediados del siglo XX. En 1879, la Constitución de Estados Unidos usó sólo cincuenta y cuatro palabras para establecer el libre comercio entre los estados. Ya el NAFTA, el acuerdo de «libre» comercio entre Canadá, México y los EUA tiene dos mil páginas, novecientas de las cuáles se refieren únicamente a las tarifas. El tamaño gigantesco de esos acuerdos de comercio, con sus miríadas de estipulaciones y controles – tales como reglas sobre el origen y la correspondiente inspección de productos, exigencias de verificación, y la interferencia en asuntos soberanos, como leyes laborales – desvirtúan completamente su nombre.
Los acuerdos de comercio están siempre llenos de la palabra «excepción». Aquellos que saben utilizar sus influencias políticas a través de grupos de intereses siempre recurren a «favores» para protegerse de la competencia externa. Dentro de esos grupos de interés están típicamente los productores de artículos esenciales. Así, es irónico que los principales esfuerzos del gobierno sean para permitir que los productores de artículos de consumo básico perciban precios más altos, provocando una distribución inversa de renta: de los miembros más pobres de la sociedad para los pocos privilegiados. En vez de libre comercio, lo que esos acuerdos crean es un sistema de comercio dirigido y manipulado, además de – como era de esperar – muchos, caros e inútiles empleos para burócratas, empleos estos que sólo sirven para destruir la riqueza de los países involucrados.
Supervisar y controlar el comercio entre dos países tiene la misma lógica económica que supervisar y controlar el comercio entre los estados y provincias de un mismo país… los acuerdos comerciales tienen también otras implicaciones perjudiciales. Estos discriminan a las importaciones de bajo coste de países que no forman parte del tratado. El comercio con estos países es ignorado en pro de los proveedores que, a pesar de que sean más caros, gozan de exenciones fiscales, pues pertenecen a países signatarios del acuerdo. Sin embargo, los importadores de estos bienes más caros necesitan de más moneda extranjera para poder pagar por ellos. Y como premio, parte de la receta tributaria que creó el gobierno a causa del uso de exenciones tarifarias acaba transformándose en renta para el bolsillo del proveedor privilegiado. :: Livre Comércio versus Acordos de Livre Comércio, por Jeffrey Tucker.
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