Correspondencia de P. J. Proudhon

Jul 12 • Mutualismo • 5222 Views • No hay comentarios en Correspondencia de P. J. Proudhon

 Extraido, una vez más, de Açao Humana;

Libertad es igualdad, porque la libertad solo existe en el estado social, y fuera de la igualdad no puede haber sociedad. Libertad es anarquía, porque no admite el imperio de la voluntad, sino solo la autoridad de la ley, es decir, de la necesidad. Libertad es variedad infinita, porque respeta todas las voluntades dentro de los límites de la ley. Libertad es proporcionalidad, porque ofrece plena latitud a la ambición del mérito y a la emulación de la gloria. – P.J. Proudhon 

Carta de Proudhon a M. Villiamé: En mis Contradicciones, ridiculicé igualmente a los Socialistas y a los Economistas; desde 1848, afirmé el Socialismo. Ese cambio le preocupa y usted pide una explicación. Toda palabra en una lengua está sujeta a significados que son muy diferentes, a veces hasta opuestos. Por Socialismo, ¿da a entender Usted la filosofía que enseña la teoría de la sociedad o la ciencia social? Yo afirmo ese Socialismo.  ¿quiere designar Usted no la filosofía o la ciencia, sino la escuela, la secta, o el partido que admite esa ciencia, que cree que ella es posible y la persigue? Yo soy de esa opinión. Es en ese sentido que el Pueblo y el Representante del Pueblo en 1848 eran dos órganos del Socialismo.

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 Aún hoy, profeso firmemente mi creencia en el Socialismo, y más que nunca en su triunfo. Pero, en discusiones económicas, acontece que se llama Socialismo a la teoría que tiende a sacrificar los derechos individuales a los sociales, así como se llama Individualismo a la teoría que tiende a sacrificar la sociedad al individuo. En ese caso yo niego tanto el Socialismo como el Individualismo; en eso, yo sólo sigo el ejemplo de Pierre Leroux, el cual, aunque se haya declarado Socialista en 1848, como yo, a pesar de todo combate por el Socialismo en sus libros, y demanda la libertad individual. Sobre la Libertad y la Propiedad: Soy yo ciudadanos, como vosotros bien sabeis, el hombre que escribió esas palabras: «¡La propiedad es robo!» no vengo a retirarlas, ¡Dios me libre!  Persisto en tomar esa definición provocativa como la mayor verdad de nuestro siglo. Tampoco tengo intención de insultar sus convicciones: todo lo que pido, es decirles cómo yo – defensor de la familia y del hogar, y adversario del comunismo que soy – entiendo que la negación de la propiedad es necesaria para la abolición de la miseria, para la emancipación del proletariado. Es por sus frutos que se debe juzgar una doctrina: juzguen entonces mi teoría por mi práctica. Cuando digo, “¡La propiedad es un robo!”, no propongo un principio; sino expresar una conclusión. Vosotros entenderéis la enorme diferencia inmediatamente. Sin embargo, si la definición de propiedad que yo propongo es sólo la conclusión, o al contrario, si es la fórmula general del sistema económico, ¿cuál es el principio de ese sistema, cuál es la práctica y cuáles son sus formas? Mi principio, ciudadanos, lo cual parecerá chocante para vosotros, mi principio es suyo; es la propia propiedad. Yo no tengo otro símbolo, ni otro principio excepto aquel de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano: Libertad, igualdad, seguridad, propiedad.Como la Declaración de los Derechos, yo defino libertad como el derecho de hacer cualquier cosa que no perjudique a otros. Nuevamente, como la Declaración de Derechos, yo defino la propiedad, provisoriamente, como el derecho de disponer libremente de la propia renta, de los frutos del trabajo y la industria. Aquí está la totalidad de mi sistema: libertad de conciencia, libertad de prensa, libertad de trabajo, libre cambio, libertad en la educación, libre competencia, libre disposición de los frutos del trabajo y la industria, libertad ad infinitum, libertad absoluta, libertad para todos y siempre. Y ese es el sistema del  89 y del 93; el sistema de Quesnay, de Turgot, de J.B Say; el sistema que es siempre profesado, con más o menos inteligencia y buena fe, por los varios órganos de los partidos políticos, el sistema de los Dèbats, de la Presse, del Constitutionnel, del Siècle, del Nationale, de la Reforme, de la Gazette; en fin, ese es su sistema, votantes. Simple como la unidad, vasto como la infinidad, ese sistema sirve para sí mismo y para otros como criterio. En una palabra es comprendido y fuerza a su adhesión; nadie quiere un sistema en el cual la libertad es realmente mínimamente respetada. Una palabra identifica e impide todos los errores: ¿qué podría ser más fácil que decir qué es o no es la  libertad? Libertad entonces, nada más, nada menos. Laissez faire, laissez passer, en el sentido más amplio y literal; consecuentemente la propiedad, surgida legítimamente de esa libertad, es mi principio. Ninguna otra solidaridad entre ciudadanos más que aquella que aparece espontáneamente por necesidad: que, sin embargo, se relaciona a través de las acciones libres, y por las manifestaciones del pensamiento reflexivo, completa y absoluta insolidario. (…) ¿Quién no percibe que la organización mutualista de cambio, de circulación, de crédito, de compraventa y venta, que es el fin de los impuestos y tarifas de cualquier naturaleza que pone trabas a la producción y gravámenes a los bienes, irresistiblemente llevan a los productores, cada uno siguiendo su especialidad, en dirección a una centralización análoga a la del Estado, pero en la cual ninguno obedece, nadie es dependiente, y todos son libres y soberanos? Nota: En el primero, Proudhon da una definición propia de Socialismo. En el segundo, explica claramente lo que quiso decir cuando afirmó: “¡La Propiedad es un robo!”, llegando a una conclusión que puede parecer contradictoria para muchos: la propiedad, advenida de la libertad, es legítima. Ambos textos fueron traducidos por Rafael Hotz.

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