La teoría del valor de Kevin Carson (IV)

Jun 21 • Mutualismo • 3975 Views • No hay comentarios en La teoría del valor de Kevin Carson (IV)

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He traducido una nueva entrega de los Studies in Mutualist Political Economy de Kevin Carson. A parte de continuar con el análisis de la teoría clásica del valor, este subcapítulo tiene el valor de añadir la teoría mutualista del valor, tal y como la pensaron Proudhon y Tucker.

D. Excepciones al principio del coste: la propia defensa de los clásicos


Luego de todas las excepciones de escasez al principio del coste de Böhm-Bawerk y otros autores, examinaremos el tratamiento de tales excepciones en los escritos de los mismos economistas políticos clásicos y los socialistas. Si, como veremos debajo, los clásicos admitieron libremente tales excepciones, se sigue que los marginalistas y los subjetivistas atacaban a un muñeco de paja; o al menos, que tenían una idea bastante diferente del grado de generalidad necesario para una teoría del valor.
Aunque Adam Smith ocupó un lugar mucho menos destacado que Ricardo en los ataques subjetivistas a las teorías del trabajo y el coste, no escapó totalmente de su atención. Por lo que valdría la pena examinar las declaraciones, en su escrito, de las excepciones al principio del coste.
Smith hablaba de las fluctuaciones de los precios por encima o por debajo de su “nivel natural”, no como violaciones a su idea del precio natural, sino como el mecanismo mediante el cual eran sostenidos.

“El precio de mercado de cualquier bien particular está regulado por la proporción entre la cantidad que es llevada actualmente al mercado, y la demanda de aquellos que están dispuestos a pagar el precio natural del bien, o de todo el valor de la renta, el salario y el beneficio, que tienen que pagarse para traerlos hasta allí. Tales personas pueden ser llamadas demandantes efectivos, y su demanda demanda efectiva; desde el momento en que esta puede ser suficiente para proveer el bien al mercado. Esta difiere de la demanda absoluta. Un hombre muy pobre podría decir que de algún modo tiene una demanda de seis carrozas…; pero su demanda no es una demanda efectiva, porque el bien nunca será traído al mercado para satisfacerla.

La cantidad de cualquier bien llevado al mercado se adecúa naturalmente a la demanda efectiva. Está en el interés de todos aquellos que utilizan su tierra, su trabajo o su capital en traer cualquier bien al mercado, que la cantidad nunca exceda a la demanda efectiva; y el interés de todas estas personas consisten en que esta nunca caiga por debajo de tal demanda.

Si, en cualquier momento esta excede la demanda efectiva, alguna de las partes componentes de su precio tienen que pagarse por debajo de su precio natural. Si es la renta, el interés de los terratenientes será inmediatamente provocar una retirada de una parte de su tierra; y si se trata de los salarios o del beneficio, el interés de los obreros en un caso, y de sus empleadores en el otro, será provocar una retirada de una parte de su trabajo o de su capital de tal  empleo. La cantidad llevada al mercado no será pronto más que la suficiente para ofrecer a la demanda efectiva. Todas las partes que difieran de ese precio subirán hasta el  precio natural, y al total de este precio natural.

Si, por el contrario, la cantidad llevada al mercado cayera en algún momento por debajo de la demanda efectiva, alguna de las partes componentes de su precio tendrán que subir por encima de su precio natural… [Y como resultado, entrarán factores en el mercado] la cantidad llevada hasta allí serán pronto suficientes para satisfacer la demanda efectiva. Todas las partes diferentes de su precio descenderán pronto hasta su precio natural, y todo su precio de su precio natural.

El precio natural, por lo tanto, es, como ha sido, el precio central, al que los precios de todos los bienes están continuamente gravitando.” 27

Smith, en este análisis, eclipsa a los austriacos en dos puntos. Primero, él considera la oferta como un factor dinámico, en lugar de tratarlo como la balanza entre la oferta y la demanda en cualquier tiempo dado fuera de contexto. Y segundo, en lugar de tratar la demanda como absoluta, y por lo tanto virtualmente ilimitada comparada con la oferta, él considera solo la demanda “efectiva” de un bien como su precio “natural”. La atención de estos dos puntos va muy lejos para permitir la impresión engañosa de la teoría del valor-“utilidad”, como declaraban sin rodeos los austriacos.

En el mismo capítulo, Smith realiza un estudio detallado de las varias formas de inelasticidad, natural o artificial, que ocasiona que los precios se desvíen del costo en un corto o largo periodo. Entre ellas él incluye los secretios comerciales, las ventajas de localización del suelo y los monopolios garantizados por el Estado. 28

La correspondencia exacta al precio natural, tiempo después, fue una función de elasticidad de la oferta. Dependiendo de esta variable, los precios pueden aproximarse a los costes más o menos rápido, o nunca. Como Ricardo, Smith limitó la operación del principio de costo a aquellos casos en los que la oferta de un bien podría ser incrementada hasta coincidir con la demanda.

Estos diferentes tipos de productos toscos pueden ser divididos en tres clases. La primera comprende aquellos en los que el poder de la industria humana para multiplicarlos es escaso. La segunda, aquellos que se puede multiplicar en proporción a la demanda. La tercera, aquellos en que la eficacia de la industria es limitada o incierta. En el progreso de la riqueza y el bienestar, el precio real de la primera puede alcanzar cualquier grado de extravagancia, y no parece limitado por ningún impedimento. El del segundo, aunque puede aumentarse mucho, tiene, sin embargo, cierto límite más allá del cual no puede estar demasiado tiempo. El del tercero, aunque su tendencia natural es a aumentar con el progreso de las mejoras, en el mismo grado de la mejora este a veces puede incluso caer, a veces continuar igual, y a veces aumentar más o menos, de acuerdo con los diferentes accidentes que se dan en los esfuerzos de la industria humana…más o menos exitosa.

La primera categoría incluyó aquellos bienes que “la naturaleza solo produce en ciertas cantidades…” 29

Como para Ricardo, él dejó esto claro desde el principio que su teoría laboral del intercambio era aplicable solo a aquellos bienes cuya oferta podía incrementarse en respuesta a la demanda. (Como los demás economistas políticos clásicos y Marx, él también hizo de la utilidad un criterio del intercambio de valor – el favorito despiste “bola de barro” de los subjetivistas).

Poseyendo utilidad, los bienes derivan su valor de cambio de dos fuentes: de su escasez, y de la cantidad de trabajo requerida para obtenerlos.

Hay algunos bienes, cuyo valor es determinado por su escasez únicamente. El trabajo no puede incrementar la cantidad de tales bienes, y por lo tanto su valor no puede ser disminuido por un incremento de oferta. Algunas raras estatuas y pinturas, monedas y libros escasos, vinos de peculiar calidad, que solo pueden ser obtenidos con uvas crecidas en suelos concretos, de los cuales hay en muy limitada cantidad, son todos de este tipo. Su valor es completamente independiente de la cantidad de trabajo originalmente necesario para producirlos, y varía con las variaciones de riqueza y las inclinaciones de aquellos que están dispuestos a poseerlos.

Hablando entonces de los bienes, de su valor de cambio, y de las leyes que regulan sus precios relativos, nosotros nos referimos siempre a tales bienes solo en tanto que pueden ser incrementados en cantidad por el trabajo humano, y con la producción de los cuales la competencia opera sin restricciones. 30

En este pasaje, Ricardo se refería a los bienes cuya oferta es totalmente inelástica, como excepciones en las que el valor de cambio es determinado por la escasez en lugar del trabajo. También mencionó la libre competencia como un requisito para que la ley del valor operase. Estas son dos de las mayores excepciones mencionadas por Böhm-Bawerk como errores irrefutables del sistema de Ricardo, debidamente apuntadas por Ricardo y aparentemente sin demasiada vergüenza. La principal falla de Ricardo en este pasaje fue tratar la escasez y él trabajo como factores conjunta o simultáneamente determinantes, en lugar de tratar el trabajo como un factor primario y las rentas de escasez como derivaciones secundarias de la teoría del valor.

En el capítulo 4, Ricardo volvió a las divergencias alrededor de la teoría del valor causadas por las fluctuaciones en la oferta y la demanda –otra de las mayores excepciones apuntadas por Böhm-Bawerk. Nuevamente, tales divergencias fueron tratadas, no como una violación vergonzosa de la ley del valor, sino como un mecanismo por el que esta operaba.

En el curso normal de las cosas, no hay mercancía que permanezca por un largo periodo de tiempo ofertada precisamente en aquel grado de abundancia, que requieren las demandas y los deseos humanos, y por lo tanto no hay ninguna que no sea objeto de variaciones accidentales y temporales de precio.

Precisamente solo como consecuencia de tales variaciones, este capital es asignado, en la abundancia necesaria y no más, a la producción de los diferentes bienes que están siendo demandados. Con el aumento o la caída del precio, los beneficios son elevados por encima, o deprimidos por debajo de su nivel general, y el capital es alentado a entrar, o a salir de un particular empleo en el que ha tenido lugar la variación. 31

Aquí él admitió implícitamente que los precios de muchos bienes en cualquier tiempo dado están por encima o por debajo de su valor-trabajo, y en proceso de moverse hacia él. Podría decirse que él no trató adecuadamente los grados de elasticidad, y las variaciones de tiempo que se requerían, como un resultado, para que la oferta y la demanda alcancen el equilibrio en el valor-trabajo.  Pero nuevamente, incluso esto estuvo implícito en su discusión. Es también claro, de este pasaje, que Ricardo vio tales oscilaciones de precios como el mecanismo por el que operaba la ley del valor, en lugar de como excepciones a ella.

Sin tratar demasiado los diferentes periodos de tiempo involucrados, o la relativa velocidad con que la producción de los diferentes bienes podría incrementarse, Ricardo escribió en el capítulo 30 sobre las rentas por escasez  “temporal” como existentes “durante un tiempo”, y el costo de producción “finalmente” regulando el precio.

Es el costo de producción el que en última instancia regula el precio de los bienes, y no como frecuentemente se ha dicho, la proporción entre la oferta y la demanda: la proporción entre la oferta y la demanda puede, de hecho, afectar al valor de mercado de un bien por algún tiempo, hasta que este es ofertado en una mayor o menor abundancia, de acuerdo con lo que la demanda se haya incrementado o disminuido; pero su efecto será solo de duración temporal. 32

Ricardo también escribió sobre los tipos específicos de renta de escasez. En el capítulo 2, él habló de la renta económica para las extensiones más fértiles de tierra, debido a la regulación del precio por los costos de producción en la tierra menos eficiente en el margen de producción. 33  En el capítulo 27, él explicó el concepto para incluir el beneficio excedente o las casi rentas en todas las áreas de la economía; por ejemplo, argumentó que proveyendo lana artificialmente barata a la mitad de los tejedores podría no reducirse la pieza al detalle, porque el precio de los bienes manufacturados fue “regulado por el costo de… producción a aquellos que eran los menos favorecidos. Este solo efecto…podría aumentar los beneficios de una parte de los tejedores más allá del porcentaje natural y común de beneficios. 34  La influencia de la demanda en el precio, mientras era válida para todos los bienes solo “por un período limitado”, era efectiva por un largo periodo solo para los “bienes monopolizados”.

Los bienes que están monopolizados, sea por un individuo o una compañía, varían de acuerdo a la ley que estableció Lord Lauderdale: estos caen a medida que los vendedores aumentan su cantidad, y aumenta en proporción a la avidez de los compradores por comprarlos; su precio no mantiene una conexión necesaria con su valor natural: pero el precio de los bienes que están sujetos a la competencia, y cuya cantidad puede incrementarse en algún modesto grado, dependerá en última instancia, no del estado de la oferta y la demanda, sino del incremento o la disminución de su costo de producción. 35

Aquellos que introducen nuevas tecnologías de producción podrían obtener ganancias extraordinarias temporales, pero la generalización de la nueva tecnología, fomentada por tal aumento de beneficios, causaría eventualmente la caída del precio al nivel del costo de producción. 36

Ricardo, en “Notas sobre Malthus”, escribió sobre la determinación del precio por el costo de producción, a través de la influencia del costo de la oferta, en términos que presagiaron a Jevons. El precio natural era solo “el precio que repondrá los salarios del trabajo empleado en [la producción de una mercancía], que permitirá también pagar la renta y el beneficio en su tasa corriente.” Estos costes de producción “permanecerían igual, si las mercancías fueran más o menos demandadas, se vendieran a un precio de mercado alto o bajo.” Los precios de mercado, efectivamente, “dependerían de la oferta y la demanda”; pero la oferta “sería finalmente determinada por…el coste de producción”. 37

John Stuart Mill estuvo muy en la tradición de Ricardo, compartiendo con él su opinión sobre el efecto del costo y la escasez en el precio. Como Ricardo, él sostuvo que el costo es el factor determinante de los bienes reproducibles.

Cuando la producción de un bien es consecuencia del trabajo y la inversión, si el bien es susceptible de multiplicación ilimitada o no, esto es un mínimo valor que es la condición esencial para que continúe siendo producido. El valor en cualquier momento es el resultado de la oferta y la demanda; y es siempre que es necesario crear un mercado por una oferta existente. Pero a menos que el valor sea suficiente para reponer los costos de producción…el bien no continuará siendo producido…

Cuando un bien es fabricado no solo por el trabajo y el capital, sino que puede ser hecho por ellos en una cantidad infinita, este valor necesario, el mínimo con que los productores estarán contentos, es también, si la competencia es libre y activa, el máximo que ellos pueden esperar…

Como una regla general, entonces, las cosas tienden a intercambiarse unas por otras a tales valor que será posible a cada productor reponer los costes de producción con los beneficios ordinarios… 38.

Adam Smith y Ricardo mencionaron que el valor de una cosa es proporcional a sus costos de producción, su valor natural (o su precio natural). Ellos se referían con esto, al punto alrededor del que oscila el valor, y al que este siempre tiende a volver; el centro del valor, hacia el que, como Adam Smith lo expresó, el valor de mercado de una cosa está constantemente gravitando; y ninguna desviación de este es sino una irregularidad temporal, que, en el momento en que existe, acciona fuerzas que tienden a corregirlo…

Es, por lo tanto, estrictamente correcto decir, que el valor de las cosas que pueden incrementarse indefinidamente en cantidad, no depende (excepto accidentalmente, y durante el tiempo necesario para que la producción se ajuste a él) de la oferta y la demanda; por el contrario, la oferta y la demanda dependen de él. Hay una demanda por una cierta cantidad de bienes a su valor natural o de costo, y al que la oferta a la larga se esfuerza en adaptarse. 39

Como Smith, Mill dividió las mercancías en tres grupos, en base a su capacidad de reproducción. En algunos casos, había una “limitación absoluta de la oferta”, debido al hecho de que era “físicamente imposible incrementar la cantidad más allá de un limite”. Como ejemplos, mencionó los mismos tipos de mercancías que Smith: obras de arte, y productos cultivados en tipos de suelo específicos. Otras mercancías pueden ser multiplicadas sin límite, tomando la buena disposición a utilizar una cierta cantidad de trabajo e inversiones para obtenerlas. Finalmente, algunas mercancías pueden ser multiplicadas indefinidamente con el suficiente trabajo e inversión, “pero no por un monto fijo de trabajo e inversión”. Los mayores niveles de producción requieren mayores costos por unidad de producción (aquí se refería principalmente a los productos agrícolas). 40

Mill fue algo más explícito que Ricardo al tratar el elemento temporal en la determinación del grado de elasticidad. El periodo de tiempo involucrado en la gravitación del precio hacia el costo dependía de la cantidad de tiempo requerido para ajustar la producción a los cambios en la demanda, o para disponer el producto excedente.

Nuevamente, aunque hay unas pocas mercancías que no son susceptibles de incrementar su oferta en cualquier momento, algunas mercancías pueden estar temporalmente de esa forma…
Los productos agrícolas, por ejemplo, no pueden incrementarse en cantidad antes de la siguiente cosecha… En el caso de muchas mercancías, se requiere cierto tiempo para incrementar su cantidad; y si la demanda se incrementa, entonces, hasta que pueda traerse una correspondiente oferta, esto es, hasta que la oferta pueda acomodarse a la demanda, el valor subirá para acomodar la demanda a la oferta. 41

Como Ricardo, Mill creía que el precio estaba gobernado por el costo de producción de aquellos productores menos favorecidos por las circunstancias. Aquellos que se encontraban en una situación más ventajosa podrían recibir un producto excedente equivalente a su ahorro de costes. Y como Ricardo, aplicó el principio no solo a la renta económica de la tierra, sino a las casi rentas de los bienes manufacturados.

2. Si la porción del producto aumentado en las más desfavorables circunstancias obtiene un valor proporcional a sus costes de producción; todas las porciones que han subido en las más favorables circunstancias, vendiendo, como deben hacerlo, al mismo valor, obtienen un valor más proporcionado a su coste de producción… Los propietarios… de aquellas porciones de producción… obtienen un valor que excede al beneficio ordinario. Si esta ventaja depende de alguna excepción especial, tal como la exención de impuestos, o alguna ventaja personal, física o mental, o algún proceso particular solo conocido por ellos mismos, o de la posesión de un capital mayor que otras personas, o de varias otras cosas que podrían enumerarse, retendrán para sí mismos una ganancia extraordinaria, sobre los beneficios ordinarios  del capital, de la naturaleza, de alguna forma, de una renta de monopolio…42

4. Los casos de beneficios extraordinarios análogos a la renta, son más frecuentes en las transacciones industriales de lo que a veces se supone. Tome el caso, por ejemplo, de una patente, o un privilegio exclusivo para usar un proceso por el que el costo de producción es más reducido. Si el valor del producto se mantiene en el antiguo proceso, la patente otorgará un beneficio extraordinario igual a la ventaja que ese proceso posea sobre ellos. 43

Marx y Engels estaban en completo acuerdo con los economistas clásicos en el papel de la competencia en la regulación de la ley del valor. Engels, en su prefacio a la Filosofía de la Miseria de Marx, ridiculizó la noción de los socialistas utópicos de tomar el trabajo como la base del medio de intercambio. Las fuerzas del mercado de la oferta y la demanda eran necesarias para informar al productor de la demanda social de su producto, y para establecer la cantidad normal de trabajo necesario  para la producción de una mercancía dada. De manera que la desviación del precio de su valor en un tiempo determinado no era una violación de la ley del valor, sino su mecanismo conductor.

En la actual sociedad capitalista cada capitalista individual produce por su cuenta lo que le apetece, como le apetece y tanto como le apetece. La demanda social, sin embargo, mantiene una magnitud conocida para él, tanto en relación a la calidad, el tipo de objetos requeridos, como en relación a la cantidad…No obstante, la demanda es finalmente satisfecha de un modo u otro, bien o mal, y, tomada como un todo, la producción es finalmente dirigida hacia los objetos requeridos. ¿Cómo se efectúa el equilibrio de esta contradicción? Por la competencia. Y, ¿cómo consigue la competencia esta solución? Simplemente depreciando por debajo de su valor-trabajo aquellas mercancías que por su tipo o cantidad son menos requeridas para las necesidades sociales inmediatas, y haciendo que los productores sientan…que han producido artículos absolutamente inútiles o en apariencia útiles pero en cantidad inutilizable, superflua…

…Las desviaciones continuas del precio de las mercancías de su valor son una condición necesaria y a través de la cual el valor de las mercancías puede existir como tal. Solo a través de las fluctuaciones de la competencia, y consecuentemente de los precios de las mercancías, se afirma la ley del valor de la producción de mercancías y la determinación del valor de una mercancía por el tiempo socialmente necesario para convertirse en realidad… Desear, en una sociedad de productores que intercambian sus mercancías, establecer la determinación del valor por el tiempo de trabajo, prohibiendo la competencia para establecer esta determinación del valor por medio de la presión sobre los precios, simplemente prueba que…uno ha adoptado el desdén utópico habitual de las leyes económicas.

…Solo a través de la sobrevaloración y la minusvaloración de los productos es posible llevar a los individuos mercancías que la sociedad requiere o que no requiere en su justa medida. 44

Marx sostuvo en buena medida el mismo argumento en el cuerpo principal de La filosofía del a miseria. Fue el precio de mercado que señaló al productor cuánto producir, y de ese modo se regulaba el precio de acuerdo a la ley del valor.

No es la venta de un producto dado al precio de su costo de producción lo que constituye la “relación proporcional” de la oferta y la demanda, o la cuota proporcional de este producto relativamente a la suma total de la producción; son las variaciones en la oferta y la demanda las que muestran al productor qué cantidad de una mercancía dada tiene que producir para recibir al menos el costo de producción en el intercambio. Y como estas variaciones están ocurriendo continuamente, hay también un movimiento continuo de retraimiento y expansión de capital en las diferentes ramas de la industria…

…La competencia implementa la ley de acuerdo a lo que el valor relativo de un producto está determinado por el tiempo de trabajo socialmente necesario para producirlo. 45

Las observaciones de Marx y Engels en estos pasajes probablemente cerraron más que  en cualquier parte las exigencias de Bohm-Bawerk de un mecanismo de la ley del valor (véase el capítulo 2 más abajo).

En Grundrisse, Marx describió el funcionamiento de la ley del valor a través de la variación de los precios en términos algo más dialécticos:

El valor de las mercancías determinado por el tiempo de trabajo es solo su valor medio…

El valor de mercado de las mercancías es siempre diferente de este valor medio y siempre está por encima o por debajo de este.

El valor de mercado equivale en sí mismo al valor real por los medios de sus continuas fluctuaciones, no por una ecuación con el valor real como alguna tercera cosa, sino precisamente a través de la continua disparidad con él…

El precio, por lo tanto, difiere del valor, no solo en las diferencias nominales de las reales, sino por su equivalencia en oro y plata; pero también en que el último aparece como la ley de las variaciones a las que el primero está sujeto. Pero son siempre distintos y nunca coinciden, o solo muy fortuita y excepcionalmente. El precio de las mercancías siempre se mantiene por debajo y por encima de su valor, y el valor de las propias mercancías existe solo en los aumentos y disminuciones del precio de las mercancías. La oferta y la demanda continuamente determinan el precio de las mercancías; nunca coinciden o lo hacen solo accidentalmente; pero los costos de producción determinan su parte de las fluctuaciones de la demanda y la oferta. 46

Y tales desviaciones del valor incluían las casi rentas de aquellos que introducían en primer lugar métodos de producción más eficientes. Era solo a través de los incentivos de mercado que tales casi rentas, y a través de la competencia resultante, los métodos mejorados eran adoptados universalmente y venían a definir la forma estándar de producción. “Un capitalista trabajando con mejoras en los métodos de producción que aun no han sido generalmente adoptados vende por debajo del precio de mercado, pero por encima de su precio individual de producción; su margen de beneficios aumentan hasta que la competencia lo elimina”. 47

Finalmente, para plantear la “bola de barro” del hombre de paja para otra paliza, Marx hace al trabajo socialmente necesario el regulador del valor. La teoría del valor trabajo se aplicaba solo a las mercancías, que eran objeto de la necesidad humana. El trabajo consumido en la producción de bienes no demandados, o el exceso de trabajo desperdiciado en métodos de producción menos eficientes de lo normal, que traía el productor de acuerdo con los deseos de la sociedad.

Cada una de estas unidades es lo mismo que cualquier otra, tan lejos esta tiene el carácter de la fuerza de trabajo media de la sociedad, y tiene el efecto como tal: esto es, tan lejos como requiere para producir una mercancía no más tiempo que el necesario de la media, no más que el socialmente necesario. El tiempo de trabajo socialmente necesario es requerido para producir un artículo bajo las condiciones normales de producción, y con el grado medio de habilidad e intensidad predominantes en una época…

Vemos entonces que lo que determina la magnitud del valor de cualquier artículo es la cantidad de trabajo socialmente necesario, o el tiempo de trabajo socialmente necesario para su producción. 48

El concepto del trabajo socialmente necesario es la respuesta apropiada a la “mariposa exótica” de Böhm-Bawerk que renta a Adam Smith. Una mariposa exótica cuya captura supone más esfuerzo que un castor o un ciervo no llevaría un mayor valor de cambio que aquellos artículos generalmente útiles, a menos que la demanda por la mariposa fuese suficiente para recompensar el trabajo de capturarla. En muchos casos, por lo tanto, el mercado para tales mariposas exóticas consistiría en ricos excéntricos, y la demanda efectiva para ellas soportaría solo un pequeño número de trabajadores. Como resultado, el precio de mercado informaría a los cazadores de mariposas sobrantes que la mayor parte de su trabajo era socialmente innecesario, y el trabajo se retraería  de tal “producción” hasta que el precio fuese suficiente para recompensar el trabajo de capturarlas. Los economistas clásicos y los marxistas, tanto como los austriacos, entendían que el trabajo consumido en la producción para la que no había demanda era un “costo sumergido”.

El neo-ricardiano Ronald Meek interpretó el término “valor”, como Marx lo usaba, para referirse a algo como el “precio de equilibrio” en términos neoclásicos.

Es importante anotar desde el principio que la teoría del valor de Marx, como la de Smith y Ricardo, no pretendía explicar otro precio que aquel al que “la oferta y la demanda se equilibraban la una con la otra, y por lo tanto cesaba de actuar”. Los precios en los que Marx estuvo interesado desde un principio eran aquellos que se manifestaban al punto donde la oferta y la demanda se “mantenían” o “equilibraban” la una a la otra. El hecho de que las fuerzas de la oferta y la demanda se “balancearan” a este punto fue tomado por Marx como una indicación de que el nivel del precio de equilibrio podría no ser adecuadamente explicado simplemente en términos de la interacción de estas fuerzas. La relación de oferta y demanda podría ciertamente explicar las desviaciones del precio de equilibrio, pero podría no explicar el nivel del precio de equilibrio en sí mismo. Era, de hecho, precisamente a través de las fluctuaciones en la “oferta y la demanda” que la ley del valor operaba para determinar el precio de equilibrio.

“Los precios, entonces, podrían divergir de los valores en casos donde la oferta y la demanda no estuvieran “equilibradas”…

Exactamente como el concepto del valor de Marx implicaba abstraerse de la utilidad, así la teoría de la determinación del precio de equilibrio basada sobre esta implicaba una abstracción similar d ela demanda. En común con sus predecesores clásicos, Marx asumió que los cambios en la demanda en sí mismos no…darían lugar a los cambios a cambios en el precio de equilibrio de las mercancías a largo plazo. Pero esto no es lo mismo que decir que Marx ignoró la demanda. Esta contenía la verdad, como él enfatizó, de que a) una mercancía tiene que ser demandada antes de que posea valor de cambio; b) que los cambios en la demanda podrían hacer que el actual precio de mercado de una mercancía se desviase de su precio de equilibrio; c) que el precio bajo condiciones de monopolio era “determinado únicamente por el afán de los compradores y por su solvencia”, y que d) la demanda era la principal fuerza que determinaba la proporción del trabajo social asignado a cualquier sector productivo dado en cualquier momento. 49

Por supuesto, como Marshall apuntó más tarde, esta carencia de importancia de la demanda para el precio de equilibrio se complicó por el hecho de que el nivel de la demanda efectiva podría afectar la escala de producción, y de ese modo también afectar los costos unitarios de producción.

Meek criticó a Wilfredo Pareto, en términos muy parecidos a como nosotros hemos criticado a Bohm-Bawerk, para sus ataques al hombre de paja de la teoría del valor trabajo de Marx.

…Demasiado a menudo los marxistas imaginarios con quienes debate Pareto están hechos para poner hacia adelante interpretaciones de la teoría del trabajo que son sospechosamente ingenuas… [Por ejemplo] es lo suficientemente fácil mostrar que la teoría del trabajo no es aplicable a las pinturas raras, etc. desde que (como Pareto sabe bien) nunca se intentó aplicar a otra cosa que los bienes libremente reproducibles. Si esto no es suficiente, cuando los marxistas caracterizan como excepcional el caso de la pintura cuyo precio se incrementa cuando su pintor se hace famoso sin que haya ocurrido nada a la cantidad de trabajo implicado en ella, replicar que es por no medios excepcional porque el precio de todas las mercancías puede variar sin que ocurra nada en la cantidad de trabajo implicado en ellas –en explicación de un cambio en los gustos y los ingresos de sus consumidores. 50

La réplica apropiada a tales críticas, argumenta Meek, fue “que el precio de equilibrio a largo plazo de las mercancías libremente reproducibles (como distinto de su precio de mercado momentáneo) no será de hecho afectado por un cambio en la demanda a menos que esto sea acompañado en un cambio en las condiciones de producción. 51

Finalmente, desde que nuestra versión de la teoría del valor trabajo debe más a Benjamin Tucker que a Marx, solo es apropiado proporcionar algunos ejemplos en los que Tucker  reconoce las “excepciones” de la teoría laboral. Tucker aceptó la existencia de casi rentas a corto plazo en las mercancías cuya oferta se incrementara, o las mercancías en las que hubieran sido introducidos nuevos métodos de producción. Como los clásicos y como Marx, él vio la competencia como el mecanismo por el que el precio sería reducido al costo, cuando la entrada al mercado fuese libre y los bienes fuesen libremente reproducibles. “Es cierto que la utilidad del producto [del trabajo] tiene una tendencia a aumentar su precio; pero esta tendencia es inmediatamente anulada donde la competencia es posible,… por el apuro de otros trabajadores para crear este producto, que dura hasta que el precio cae hasta el beneficio normal del trabajo”. 52

Tucker también reconoció que la renta económica de la tierra con mejoras en cuanto a localización o fertilidad persistiría, incluso cuando la renta de los terratenientes fuese abolida. Y él asimismo vio los excedentes del productor resultantes de una habilidad superior innata análoga a la renta económica de la tierra, y por lo tanto como inevitable incluso con la abolición del privilegio. A pesar de que aboliendo la renta de la tierra se reduciría la renta a “una fracción muy pequeña de sus proporciones presentes”, todavía permanecería alguna. La “fracción restante”, a pesar de todo,

No sería la causa de más desigualdad que el aumento de la plusvalía derivado de casi cualquier industria por la adición de gente o de aquella plusvalía proveniente de la natural capacidad superior que aun bajo la operación del principio de costo, probablemente siempre permitirá a algunos individuos conseguir salarios más altos que la tarifa media. 53

En respuesta a la pregunta de cómo uno podría justificar el pago del equivalente a 500 días de trabajo, por el poseedor de una parcela de tierra especialmente fértil, por solo 300 días del suyo propio, Tucker respondió que tal justificación sería “precisamente tan difícil como sería el mostrar que un hombre de habilidad superior (innata, no adquirida) que produce en una media de cinco mil para otras tres mil tiene el justo derecho a ese excedente de valor de cambio”. 54

Tucker estaba dispuesto a aceptar tales rentas permanentes de escasez como un mal necesario. Distinguió entre las incapacidades competitivas que resultan de la “intervención humana”, y aquellas que no. 55 Al contrario que la usura y la renta de la tierra, que resultaban de un privilegio legal mantenido coercitivamente por los propietarios del capital y la tierra, las restantes formas de excedente del productor resultaban solo de circunstancias generales o “actos de Dios”, y no eran por lo tanto explotadoras. Los males implicados en la creación de mecanismos coercitivos para limar tales desigualdades y cobrar tributos de los aprovechados excederían los males de las desigualdades en sí mismas.

Forzar directamente un igual bienestar material es intervencionista, invasor y ofensivo, pero forzar la igualdad de la libertad es simplemente protector y defensivo. El último es negativo, y apunta solo a prevenir el establecimiento de desigualdades artificiales; el primero es positivo, y apunta a la directa y activa abolición de las desigualdades naturales. 56

“¿Cómo vamos a extirpar la injusticia de permitir a un hombre disfrutar de lo que otro ha gastado?” Espero que incluso sea totalmente extirpada. Pero creo que por cada dolar que sería disfrutado por los evasores de impuestos bajo la Anarquía, mil dolares son ahora disfrutados por hombres que tienen posesión de los gastos de otros a través de privilegios especiales industriales, comerciales y financieros garantizados por la autoridad en violación del libre mercado. 57

Quitar por la fuerza a un hombre el excedente de producción resultante de su habilidad superior o de la superior fertilidad de su tierra, sería al menos tan injusto como permitirle tenerla. “Si no es ganado, ciertamente sus vecinos no gastaron”. 58 “Si el principio de costo del valor no puede realizarse más que por la fuerza, entonces no ha de ser realizado”. 59

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