Las falacias de los trabajadores xenófobos
El British National Party está manifestándose estos días bajo el eslogan “british jobs for british workers” (empleos británicos para trabajadores británicos), en un intento demagógico por atraerse a los obreros desempleados a raíz de la crisis.
El argumento de los xenófobos es claro: los trabajadores extranjeros –los inmigrantes- “quitan” trabajo a los trabajadores nacionales. Incluso desde una perspectiva mutualista parece tener sentido: si los salarios bajos son consecuencia de una insuficiente demanda de trabajo, entonces reducir los salarios tendrá como consecuencia un aumento proporcional.
Las posturas enfrentadas son aquí, como tantas otras veces, la del monopolio contra la de la libertad.
Europa y Estados Unidos imponen altos aranceles a la importación de productos agrarios del Tercer Mundo –el único sector en el que es realmente competitivo- y subvencionan el excedente agrario para exportarlo a los países del Sur. Como consecuencia, los agricultores del Tercer Mundo –la mayoría de la población- se ven incapaces de ganarse la vida, y millones de personas son forzadas a abandonar a sus familias para buscar empleo al otro lado de los aranceles. En definitiva, se trata de una cuestión de monopolio; los aranceles.
Por lo tanto, si los xenófobos realmente desean salarios altos deberían empezar por proponer la supresión de los aranceles, en lugar de por endurecer las barreras anti-inmigración, que son su consecuencia. Así, además, nuestros obreros podrían acceder a productos agrarios más baratos, lo que aumentaría los salarios reales.
En caso negativo, estamos sencillamente ante delincuentes vulgares, criminales e invasores de la soberanía de cada individuo sobre sí mismo.
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Además de lo expuesto en el artículo, yo añadiría que la competencia entre trabajadores nacionales y extranjeros es casi inexistente. La demanda de trabajo a la que responde el inmigrante suele ser obviada por el obrero patrio, ya que se trata de ocupaciones muy duras y generalmente mal remuneradas. Me refiero a la construcción, la hostelería, el trabajo doméstico, el sector agrario… En realidad, los inmigrantes se encargan de aquellos trabajos que los nacionales rechazamos.