Las patentes fomentan la integración vertical
Los economistas libertarios son bastante escépticos respecto a la capacidad de las patentes para promover la innovación: de hecho, muchas invenciones tienen serias dificultades en salir adelante porque requieren de conocimientos previos que ya han sido patentados – como le sucedió al propio Henry Ford, que después se benefició de las mismas. Pero además, las patentes incentivan artificalmente la integración vertical; una forma sencilla de restringir la competencia consiste en obtener patentes de los bienes de capital empleados, de modo que aunque la mercancía acabada esté libre de patente, el proceso de fabricación necesario para conseguirla esté restringido. Diría que esta perspectiva explica, en parte, la aparición de grandes empresas en el sector servicios (p. ej. McDonalds posee la patente sobre el método de fabricar sus hamburguesas, y algo similar sucede con Starbucks, que hace unos años aspiraba a la patente sobre ciertos granos de café africano).
El propio Lenin menciona el caso de la industria del tabaco en Estados Unidos a principios de siglo (la negrita es mía):
La superioridad de los trusts sobre sus competidores se basa en las grandes proporciones de sus empresas y en su excelente instalación técnica. El trust del tabaco, desde el momento mismo de su fundación, consagró por entero sus esfuerzos a sustituir en todas partes en vasta escala el trabajo manual por el trabajo mecánico. Con este objeto adquirió todas las patentes que tuvieran una relación cualquiera con la elaboración del tabaco, invirtiendo en ello sumas enormes. Muchas patentes resultaron al principio inservibles y tuvieron que ser modificadas por los ingenieros que se hallaban al servicio del trust. A fines de 1906 fueron constituídas dos sociedades filiales con el único objeto de adquirir patentes. Con este mismo fin, el trust montó sus fundiciones, sus fábricas de maquinaria y sus talleres de reparación. Uno de dichos establecimientos, el de Brooklyn, da ocupación, por término medio, a 300 obreros; en él se prueba y se perfeccionan los inventos relacionados con la producción de cigarrillos, cigarros pequeños, rapé, papel de estaño para el empaquetado, cajas, etc. (El Imperialismo: fase superior del capitalismo, pp. 22, 23)
A propósito de la capacidad de las patentes para «promover» la innovación, Lenin menciona un caso interesante unas páginas más adelante (p. 112):
En los Estados Unidos, cierto Owens inventó una máquina que producía una revolución en la fabricación de botellas. El cártel alemán de fabricantes de botellas le compró la patente y la guardó bajo llave, retrasando su aplicación.
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