Irracionalidad y corporaciones
En este blog hemos repasado muchos casos de estupidez sistemática de las corporaciones (p. ej. entorno al cálculo económico o el tratamiento de la información), pero pocas veces hemos apuntado el por qué.
La respuesta es sencilla: el divorcio entre la autoridad, encargada de tomar decisiones, y los costes asociados a tales decisiones. Las demás contradicciones (p. ej. entre autoridad e información idiosincrática; o entre trabajo y gerencia) pueden retrotraerse a esa cuestión.
Como apunta Lloyd Dumas, en relación tanto con el sector público como el privado,
La asunción de que el control es ejercido por quienes asumen los costes no es trivial, y en muchos casos no es realista. Por ejemplo, los contribuyentes asumen el coste de los salarios de los empleados gubernamentales. Y, aunque racional, los contribuyentes no son necesariamente quienes controlan las decisiones del personal gubernamental. Por consiguiente, es muy posible que el salario de los individuos contratados exceda el valor de su trabajo a ojos de los contribuyentes. En opinión de los funcionarios del gobierno que se encargan de la contratación, el valor de los salarios podría exceder en mucho el coste de oportunidad de tal uso del presupuesto. Pero los funcionarios no son quienes pagan los salarios –son los contribuyentes. Esta situación no es exclusiva del gobierno. Los gerentes de las corporaciones privadas, por ejemplo, pueden caer en la construcción de imperios burocráticos o en la contratación de gente cuyo trabajo es menos valioso de lo que cuesta, a ojos de los accionistas y/o consumidores que asumen los costos salariales. Por lo que es el juicio de quienes toman las decisiones el que prevalece cuando los responsables de las decisiones y aquellos que asumen los costes son personas distintas. (Dumas, 1986)
Esto explica, por ejemplo, la tendencia de los gerentes a contratar personal subordinado más allá de lo que justificarían criterios estrictamente económicos (incluso bajo el capitalismo estatal); de ese modo pueden externalizar hacia abajo sus tareas más desagradables; y señalizar prestigio frente a otros departamentos que empleen a un menor número de personas. El coste marginal de contratar a un empleado, para el gerente, es prácticamente nulo; y los beneficios que le reportan son netamente superiores (más tiempo de ocio, prestigio).
En palabras de Lloyd,
El coste de expandir el aparato de control burocrático es bajo, mientras que el valor para los gerentes de tal expansión puede ser sustancialmente mayor (…). Los gerentes tienen el poder de tomar las decisiones: están en posición de contratar y comprar decisiones. Por lo tanto, en la medida en que el valor de la expansión exceda sus costes desde la perspectiva de los gerentes, estos continuarán expandiendo la burocracia.
Naturalmente, este tipo de prácticas no tendría cabida en un libre mercado, que penalizaría a las empresas que inflaran los costes sin un aumento proporcional de la satisfacción del consumidor. Pero actualmente no vivimos en un libre mercado, y las barreras de entrada, privilegios y monopolios (entre los cuales merecen un lugar especial las patentes) protegen a las corporaciones contra la soberanía de la mayor parte de la población.
Hace algunos meses, y en esta misma línea, el estudio Why Do Management Practices Differ across Firms and Countries? concluía que las malas prácticas de gestión tienden a mantenerse en aquellos países donde la competencia es más débil. [1]
En definitiva, las corporaciones son irracionales en virtud de su propia estructural (que divorcia la autoridad de los costes), y esta estructura sobrevive porque la intervención selectiva del Estado impide que la competencia actúe de la forma adecuada. [2]
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[1]: Sin embargo, el estudio también concluye que las empresas grandes y jerárquicas están mejor gestionadas. En mi opinión, se trata de un simple error de correlación: dado que en el Tercer Mundo las empresas son más pequeñas (y están peor gestionadas), y en los países occidentales las empresas son más grandes (y están mejor gestionadas, por término medio), el estudio concluye que las empresas grandes y jerárquicas son más eficientes. Pero ignora el hecho de que, aunque en Europa y Norteamérica la relativa competencia permite depurar las empresas mal gestionadas, también es en estos países donde se subvenciona masivamente a las corporaciones o se las protege a través de monopolios artificiales como las patentes (todo lo cual no sucede en los países subdesarrollados, donde predomina la pequeña empresa).
[2]: Esto sucede cuando, por ejemplo, algunos insumos están subvencionados masivamente -de forma que su uso extensivo e ineficiente no comporta ninguna pérdida.
El problema de la irracionalidad asociado al uso de la autoridad burocrática y estructural es algo que no se reduce al análisis económico, por ejemplo, muchas de las interpretaciones históricas alrededor de los totalitarismos hablan de cosas muy parecidas a las aquí expuestas, los burocratas que firman las órdenes tienen incentivado el mayor control y barbarie mientras que los que ejecutan las órdenes se consideran no responsables, de ahí la capacidad de gente normal (trabajadores, honrados y padres de familia) para el asesinato, la mutilación, etc. Hay muchos experimentos de la psicologías social que tocan estos temas.
Buen texto
¡Salud!