Qué significa ser comunista
Los primeros comunistas preceden, por supuesto, a los marxistas. Graco Babeuf (1760-1797) es una de las figuras notables de ese comunismo moderno temprano que precede a Marx, además de Cabet, Blanchi y otros a los que Marx se refería despectivamente como socialistas utópicos.
Fue sólo posteriormente que Marx se impuso a todo el comunismo anterior, que quedó casi por completo olvidado. Lo que no deja de ser desconcertante, ya que en Marx hay muy pocas descripciones del comunismo que proponía, y casi ningún argumento por el que el comunismo sea éticamente preferible al capitalismo. Quizá por el carisma del escritor y el carácter totalizante de su sistema, el marxismo prevaleció, y desde su muerte casi ningún comunista se ha considerado otra cosa que marxista, con la excepción de los anarcocomunistas. Estos autores comunistas premarxistas son poco conocidos, creo que incluso entre los propios comunistas.
Babeuf, igual que los socialistas utópicos comunistas, sí hacía descripciones del comunismo. Y no parecían gustarle los paños calientes. Su comunismo hacía honor a la etimología, y exigía que los humanos trabajaran en común, comieran en común y en general vivieran en común. [1]
Como después de cierta época todos los comunistas eran marxistas, y como Marx apenas describió el comunismo, la mayoría de los comunistas parece que dejaron de lado estas aspiraciones. En todos los intentos de poner el comunismo en la práctica, a pesar de algunos intentos de imponer por la fuerza la vida en común (estoy pensando en las granjas colectivas), la vida bajo el socialismo real no difería excesivamente de la vida bajo el capitalismo en lo que a la vida en comunidad se refiere.
Los ciudadanos en estados comunistas vivían con relativamente poco (el comunismo nunca ha logrado ser opulento), y el estado garantizaba el empleo, los servicios considerados básicos como la educación, la sanidad, y las pensiones. Aparte de eso, que tenga noticia, vivían en familias nucleares y no tenían una vida comunal.
La mayoría de los que se dicen comunistas a día de hoy están alejados del radicalismo de antes, y se mueven en un espectro entre la socialdemocracia más mainstream y el comunismo propiamente dicho. Actualmente, ser comunista significa sobre todo reivindicar que el estado garantice la universalidad de unos derechos positivos. [2] Aparte, también suelen defender una serie de causas, como el feminismo, los derechos de los homosexuales, los derechos de las minorías étnicas, los derechos de los discapacitados, los derechos animales y la corrección política, todas ellas causas con valor por sí mismas, pero con poca relación con el comunismo histórico.
Esto resuena con algunas nociones muy extendidas en España y probablemente también en otros países. Mucha gente piensa que es justo privar a quienes más tienen de parte de su riqueza para asegurar que todo el mundo tenga acceso a lo básico (vivienda, asistencia sanitaria, etc), y casi nadie compra la fábula liberal según la cual una persona hambrienta no tendría derecho a robarle el pan a una persona que no pasa necesidad. [3]
Sin embargo, esto no quiere decir que esta mayoría sea proclive al comunismo. Los comunistas son, sobre todo, partidarios de que el estado provea directamente los servicios considerados imprescindibles, por ejemplo construyendo escuelas públicas, pero ésa es sólo una manera de garantizar el acceso universal. Es posible imaginar, por ejemplo, que sólo existan escuelas privadas y que la educación siga siendo universal, porque el estado cubra los gastos a aquellos que no puedan permitírselos. Las escuelas actualmente públicas pueden convertirse en cooperativas de profesores o de padres.
Lo que acabo de describir es un sistema de bonos, en el que cada ciudadano recibe un bono para cubrir la educación, sanidad u otros servicios, en centros privados de su elección. Combinado con la cooperativización de las escuelas y hospitales públicos, este sistema empoderaría a la gente más que ninguna otra medida, como los centros públicos o los conciertos educativos.
La paradoja de los comunistas modernos es su negativa a considerar estas alternativas. Ante ellas tienen pocos argumentos, y a menudo salen con una defensa dogmática de los servicios estatales.
La universalidad es una reclama que resuena bien con la mayoría de la población, en España y otros países de habla hispana. El añadido del sistema de bonos y la cooperativización deja en evidencia a la izquierda autoritaria, y señala con el dedo a los políticos y altos funcionarios que manejan los sistemas públicos. Ésta debe ser una proclama básica de un populismo libertario que sea capaz de atraer a las mayorías.
[1] Aquí algunas obras de Babeuf en inglés. Dice Rothbard:
Todas las comidas se harían en público en todas las comunas y, por supuesto, serían de asistencia obligatoria para todos los miembros de la comunidad. Además, todos obtendrían solo “su ración diaria” en el distrito en el que vivan: la única excepción será “cuando estén viajando con el permiso de la administración”. Toda diversión privada estaría “estrictamente prohibida”, ya que “la imaginación, sin la supervisión de un juez estricto debería engendrar vicios abominables contrarios a la comunidad”. Y, respecto de la religión “la llamada revelación tendría que prohibirse por ley”.
Aunque reconozo que Rothbard no es la fuenta más imparcial sobre el tema.
[2] Creo que se puede argumentar que, cuando un movimiento ideológico se vuelve mayoritario, como el izquierdismo en general, sus participantes tienen incentivos para moderar sus ideas. Y recíprocamente, un movimiento ideológico minoritario tiene más incentivos para radicalizar sus ideas cuanto más aislado esté del resto de la sociedad, por ejemplo el libertarianismo y el nazismo.
[3] Según una encuesta de Metroscopia de 2016:
La opinión extendida en la sociedad española es que el Estado debe intervenir para compensar las desigualdades extremas entre los que más ganan y los que menos. Así lo piensa el 70% de los españoles, para los que el Estado debe proteger y ayudar a los más necesitados y desfavorecidos.
También publicada en mi blog.
[…] También publicada en mutualismo.org. […]
yo creo que lo que a la gente le gusta de las escuelas y hospitales publicos es ni mas ni menos que se financian de forma progresiva en función de la renta, si sustituyes escuelas y hospitales publicos por mutuas educativas y de salud que funcionen de esta manera nadie se opondría, el problema sería que las mutuas quieran hacerlo de esta manera.